viernes, 14 de diciembre de 2012

Postcards from Hamburguito

Se siente algo de tristeza al estar lejos del país amado (Perucito, ¡te extraño! -mentira, lo extraño más a él-), pero no la suficiente como para no disfrutar de estar aquí. 

En mis pocos días dentro de tierras Alemanas me la he pasado comiendo cantidades industriales de döner mit pommes en cajita, palitos de pescado con arroz, nutella con pan de leche y hot dog con vino caliente; apreciando las maravillas del paisaje hamburguino (si es que eso una palabra) con sus casitas estilo cuento de niños, nieve blanca y esponjocita combinada con cochinada del suelo y lucesitas doradas que cuelgan de los árboles. Una delicia el orden y limpieza de este sitio. Caras sonrojadas por el frío diabólico y abrigos acolchados, de esos que prometí nunca usar, pero de los cuales ahora tengo dos (¡No jodas, pues!). Y yo contando los días para la navidad más blanca que tendré en mis 22 años de vida mongolezca. Yendo de compras con madre -porque aquí el irse de shopping te sale más barato que comprar fruta- y aprendiendo cada vez más fracesitas del idioma para no quedar con cara de asterisco cuando me hablan. En estos días agradezco la vida saber inglés -gracias, cole Santa Rita, te hiciste una- y agradezco a mi superdotado sentido de la ubicación que ya sé cómo llegar de Klosterstern a Hauptbahnhof o Jungfernstieg (El lugar más lindi). También aprovecho los momentos telas y hogareños para leer -¡por fin terminé ”Mi Planta de Naranja Lima”!. No, no lloré. Ya, un poquito-. 

Se me están pasando rápido las horas y ya hasta tengo comprado el atuendo que usaré en Noche Buena (mi vieja no quiere dejar la tradición). Por lo pronto seguiré adaptándome a tener que pagar 10 centavos por las bolsas de los supermercados, a la falta de tildes y eñes en el teclado (las que se ven aquí son producto de Google), a tirar el papel con pichi al water, al (PUTO) cambio de horario y a decir ”entschuldigung” siempre que me tope con alguien por la calle. Y, pues, sí; parece que ni en Alemania la torpeza me deja. 

Ah, y solo si a alguien le interesa, el título del post salió de la canción Postcards from Italy de Beirut. Ando escuchando como loca a esa banda, no sé por qué... Mentira, sí sé.  


 Acá se las dejo. Gocen mientras yo sigo empujándome un burnwurst mit mulled wine.  

Chüss!

lunes, 3 de diciembre de 2012

Malabares

Malabares en taco aguja, taco 12, taco cuña.
Malabares con tu porta, tu mierda esa que parece una tubo de Pavco Vinduit pero que en realidad es un estuche para planos.
Malabares para leer en la combi, en el taxi, mientras manejas, mientras comes, mientras corres.
Malabares para disimular tu aliento de noche sin sueño combinado con café recién pasado.
Malabares con el corazón roto, pero con una gran sonrisa en el rostro; preocuparte por la separata, las fotocopias, el libro, el ensayo...
Malabares para editar con un dolor de cabeza que ni con tu mejor pepa se va.
Malabares para mentirle al profe, para gilearle, para que no te viole.
Malabares para no comer de más, para comer alguito, para no llorar.
Malabares para aprobar, para no biquear (o triquear), para ser quinto superior y "ya casito logro obtener mi beca".
Malabares en finales. Toda una puta semana de malabares.
Quizás para ti no sea suficiente motivo para calificarnos a todos de Supermanes; qué importa, seguiremos haciendo malabares.


domingo, 16 de septiembre de 2012

Cuando yo estaba en el colegio


Cuando yo estaba en el cole lo odiaba a muerte. Creo que no por las puras, en realidad. Me tocó en una etapa de metamorfosis alucinante. Era bien fea, bien chata, bien tímida y bien mal hablada. Pero eso sí: siempre fui cague de risa –con mis patas, obviamente, porque con los demás era una tumba egipcia-.

Yo era de esas típicas lornazas de las que nadie se acordaba, pero, cuando lo hacían, era solo para joderlas. Recuerdos tengo muchos; sobre todo un particular rumor que se expandió por ahí como el sida en los 80s y es el que vengo a narrarles aquí: 

Cuando tenía 16 años, a un sujeto de mi promoción –obviaremos el nombre por esta ocasión- con el cual yo solo había intercambiado a lo mucho cinco palabras en 10 años de estudios, empezó a difundir la hermosa y romántica historia de cómo él y yo habíamos tirado en un parque –finísimo- a las dos de la tarde de un frío día sábado. De esta manera fue cómo, a pesar de ser una virginal alumna del colegio (catoliquísimo) Santa Rita de Casia -Roguemos al señor, te lo pedimos señor- , me gané la reputación de zorra de Babilonia. RePUTAción que me acompañó hasta terminar el colegio.

Por supuesto, admito, no solo eso me jodía del cole. Me jodía la gente estúpida que lo habitaba, me estresaba estudiar cosas que no me interesaban, me indignaban las profesoras cucufatas, me reventaban la teta las formaciones bajo un sol inclemente o un clima gélido; los jueves de misa, las kermesses misias, las reflexiones por las mañanas, la cara de la subdirectora, los pelos en el brazo del promotor y la voz de la Miss Pilar -Alabaré, alabaré, alabaréeee a mi señoooor-.

De mi época escolar solo amé dos cosas: Conocer dos o tres gatos (amiguitos queridos) que hasta el día de hoy son mis patazas y a “el Sir”. Un hombre flaco de apellido Moreno que enseñaba inglés y que me trataba como un ser digno de respeto por el solo hecho de estar en nivel avanzado y hablar ese idioma con una fluidez que hasta el día de hoy no comprendo -¿Adivinaron? El de la foto de arriba-.

Creo que ahora -5 años después. ¡Alguien páseme la Ponds!- puedo decir que es un tema superado. Me da risa acordarme de todos los roches que viví como alumna santarritence –como cuando me hice la pichi en segundo de primaria porque la zorra de la profesora no me dejaba ir al baño hasta terminar de copiar la agenda (puta, el karma te perseguirá)- y de hecho, debo admitir que también hubo cosas buenas.

Finalmente, me sorprende ver que la gente que yo consideraba cojuda en el cole lo sigue siendo -Mentira. Ahora también son gordos-. Aunque, pensándolo bien, ¿Quién soy yo para definir si son cojudos o no? Lo más probable es que yo lo sea más que ellos, por no haber agarrado ovarios e ir un día con una bomba atómica a clases -Broma, broma... not-.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Diana

Se llama Diana sin apellido.

La leyenda va así -y es algo que por supuesto me estoy inventando, ya que de Diana sin apellido no sé más que de su amor por el café y que siempre tiene una cita con la jefa de la tienda para que le "ayude" a mejorar el estilo"-: Se llama Diana y yo le digo La Diani. Las malas lenguas cuentan que es una loquita ricachona que vive en el edifico frente a la tienda en donde yo trabajo. Tiene dos empleadas que le cocinan huevito pasado en el desayuno con croissant de mantequilla, arroz griego en el almuerzo y sopa de espárragos para la cena.

Los Martes son días de belleza. Le cortan las uñas y se las pintan de coral, la embadurnan en cremitas antiarrugas y le tiñen el pelo de tono rubio cenizo (ese era el color original de su cabello antes de que las canas empezaran a invadirle el cráneo).

Los Jueves y Sábados -especialmente los Sábados- la dejan a su suerte: "Vaya a darse una vueltita por ahí, Sra. Diana". Y Diana, que siempre tiene una cita con la "Sra. Vera", que realmente es señorita Vera, acepta encantada.

Se pasea por los alrededores del Óvalo Gutierrez pidiendo cigarros a la gente -sobre todo a las chicas jóvenes-. Diana es una chica joven más. Para con su cepillo de cerdas finas en el bolso y cada vez que pasa frente a un espejo -o frente a cualquier cosa en donde se proyecte su reflejo- lo saca y se peina cuidadosamente el cabello corto.

Siempre está con sus lentes oscuros, incluso si llueve. Sin embargo, cuando te agarra confianza, se los quita para revelar unos anteojos de medida con el marco color miel. Sus ojos son azul acero y mucho más grandes de lo que yo esperaría para alguien de su edad. Por ahí se ve que debió haber sido una mujer muy bonita en sus años mozos.

Últimamente la veo en la tienda más que de costumbre. Entra muy cortés y saluda a todos. Pide que por favor le informemos a la "Sra. Vera" que ya llegó para su reunión y, por supuesto, nos pide (presiona para) que le "invitemos" un cafecito.

-Bien cargado y bien caliente, por favor- haciendo énfasis en la palabra "bien".

Una de las chicas que trabaja conmigo se pone triste cuando la ve; la entiendo.

No sé si sea correcto tachar de locura al estado de extrema soledad en el que vive Diana. Eso sí, uno la ve por la calle y es simplemente una más de esas limeñas pitucas que están -felizmente- casi extintas. Ningún rastro de su demencia senil.

Pero en la tienda, cuando entra siempre saludando alegre y pidiendo que por favor baje la jefa porque han quedado en tomarse un cafecito, se le nota la fragilidad. Cuando se sienta a esperar a que alguien deje de ignorarla y se le acerque, por lo menos, a conversarle del clima, se le desquebraja ese aire de señora.

A mí me gusta observarla desde caja. Es medio pajita -y morboso a la vez- ver cómo se peina frente al espejo y conversa con ella misma.

Las otras clientas no pueden evitar notar su presencia y a veces preguntarnos por qué ella actúa así.

-¿Está hablando sola?

Ninguna de nosotras dice nada, solo sonreímos.

"El café es cortesía, Sra. Diana". "Hasta luego, Sra. Diana, vuelva pronto". "La próxima, la señorita tendrá más tiempo y bajará al salón para tomarse el cafecito con usted".

viernes, 17 de agosto de 2012

No seré tu Yoko Ono

Cuando todavía era una loner vagando por el mundo sin esperanza de encontrar a algún ser humano de sexo masculino capaz llenarme hasta el cerebro de semen y risas, pensaba que de hallarlo sería una novia ejemplar. Fiel a mi estilo -hasta ese momento- práctico, quería ser de las que no se ponen celosas, de las que no se histeriquean porque no las llaman, de las que hacen su vida y solo muy de vez en cuando se ven con el macho y, por supuesto, de las que no hostigan; de las que dejan libre a la otra persona, lo dejan ser. Lo dejan masturbarse en privacidad, ver películas solo, ir de compras con su mami y, claro esta, como ser social que es, salir siempre con sus patas.

No digo que a estas alturas del partido mi forma de ser haya cambiado en un 100%. No soy una "overly attached gilrfriend" si eso es lo que dejé a entender con mi pequeña introducción. Soy una flaca que se ha "asencillado" en sus maneras, pero que no ha podido evitar tomar ciertas conductas cliché de la típica enamoradita.

¿Qué hace que una caiga en este abismo? Dudo que amor sea la respuesta. Pero yendo al punto, lo que quiero expresar es mi falta de interés por convertirme en una de esas flacas posesivas a la cual todos los amigos del flaco terminan detestando.


No seré la Yoko Ono en la vida de mi flaco ni la de sus amigos. Es más, sé que no lo soy. Soy de las que incentivan las salidas individuales, las que preguntan "¿qué tal tu amigo tal?", las que proponen  reuniones entre patas. 

No soy Yoko Ono. Me esmero por caerle bien a todos sus "chocheras" e invitarles puchos. Me afano con la vestimenta en las saliditas para no desencajar. Hasta me río de sus chistes (y eso que casi nunca me dan risa).

No soy Yoko Ono. Yo no vine a desbaratar amistades ni a robarme a un miembro de la pandilla basura como si fuera un pedazo de pan que te puedes encaletar dentro de una bolsita de Wong.

No soy Yoko Ono. No me hago la mustia con mi cara de buenita; hablo lisuras, les hago la taba con los tires y hasta me presto para la cochinada.

No soy Yoko Ono. Lo quiero y él me quiere a mí, pero también a ustedes; por ende, los respeto.

Tómense sus chelas, salgan a vagar, conversen de huevadas que no entiendo -y posiblemente nunca entenderé-; rajen de las flacas, hablen de porno, de videojuegos, de películas western. Normal. Yo no pido nada; bueno, pido solo una cosa: Por favor, no me lo inciten a la infidelidad. Porque con toda honestidad, por más "fresh" que sea, hay algo que no ha cambiado en mí, y eso es mi inseguridad.

lunes, 30 de julio de 2012

¡PUM! Te tocó

Te despiertas un día y lo sabes. Tipo, tú no esperabas la situación, bueh.. floro, la veías venir pero sabías que no estabas preparada(o). Aun así, te dejaste arrastrar por la marea.

Llegas a tu casa con sonrisa de imbécil y sientes ganas de reírte cuando piensas en esa persona. Te asqueas de ti misma(o) pero no puedes evitar la sensación de mariposita arrecha que te recorre la panza, se eleva hasta el esófago y que termina, de alguna manera, en tu cara. Te sonrojas.

Te jode que tus patas te jodan con él(ella), pero en el fondo te encanta. Empiezas a alucinar miles de historias tontas que seguro vienen de tu película de Disney favorita (de tu porno favorita, si eres hombre).

Quieres darle miles de besos en el cuello, decir esas cursiladas feas que te prometiste nunca decir como ser digno e independiente. Quieres un perro que sea de los dos, un carro, una cama.

Te imaginas cómo sería si se quedase a dormir un día; cómo se verá cuando se despierte; a qué olerá su aliento matutino.

Te parecen adorables sus manías, sus risas pastrulas, sus chistes monces, sus torpezas.

Esperas ansiosa(o) su llamada, su posteada en facebook, su mensajito de texto o por whatsapp.

Quieres darle todo el día y toda la noche, pero si no le das, no importa, con abrazarlo(a) te conformas. 

Porque es así, amiguito. Sin más vueltas que darle y aceptando todos los cargos de los que se te acusan, te enamoraste. Y es que simplemente así pasa cuando sucede.

miércoles, 11 de julio de 2012

Strangers in the night

Era de noche y llovía mucho
-¡Hola!
Caminaron por Loma del Pilar como lo hacían siempre que querían ir al telo de la esquina. No había plata, pero sí ganas. Siempre habían ganas.
-Me estoy mojando
La miró sonrojado y arrecho. "La hice", pensó por unos minutos. Después su cerebro se percató de la lluvia torrencial que empezaba a enlodarle las zapatillas nuevas. No era su día.

Pasaron tres largos minutos de silencio. Ninguno pronunciaba palabras en alto, pero sí en sus cabezas. Ambos formaban diálogos estúpidos y sentimentales.
-Lo amo
-La odio

Qué decirse.

Un hijo muerto, un intento de suicidio. Ya se había roto el espejo; ya no había como repararlo. Cuando esas cosas pasan lo mejor es tirar todo a la basura y que no quede rastro de previa existencia. Es mejor aspirar las mini partículas también.

Casi media noche.

-¿Qué quieres?
-Besarte
-Ya fue. ¿No te das cuenta?

Pero para él "no fue". Todo seguía igual. El sentimiento de rabia mezclado con ternura. Las ganas de abrazarla y decirle que todo estaría bien... Mentirle.

miércoles, 20 de junio de 2012

El espejo

Cuando miro al espejo, veo muchas cosas. Hoy mencionaré algunas de ellas: las que más me perturban.

Cuando me miro al espejo, veo a una chica no vieja, pero definitivamente no niña. Veo a un espécimen de 1.50 con piel beige llena de granos y exceso de pintura en las mejillas.

Cuando veo al espejo, veo a alguien que solía tener un culo de esos dignos de ser jodidos por la calle. Veo algo que estaba ahí, pero ya se fue. Creo que es oportuno decir que maté a mi culo con mi exceso de delgadez. También veo tetas, pero son pequeñas; sin embargo, me gustan. Me gusta la forma piramidal que tienen, y me gusta que apunten cada una por su lado; como metralletas.

Cuando veo al espejo, veo una sonrisa metálica que me perturba. Veo el tiempo desperdiciado en ajustes de brackets y sacadas de muelas. Veo que aún no puedo reírme en un foto sin sentir vergüenza. Veo que soy una impaciente de mierda.

Cuando me miro, extraño mi largo cabello negro. Extraño hacerme colitas simpaticonas y extraño ponérmelo hacia un lado para revelar uno de mis huesudos hombros -claro, en verano-.

Cuando veo en el espejo, a veces, no siempre, me odio. No por como me veo; me odio porque no sé qué soy ni por qué me siento triste. Odio a la parte de mí que a veces se odia y que goza haciendo sufrir a los demás. Veo a alguien que tuvo un inicio difícil en la vida, pero que ya pasó, que ya se quedó sin problemas; por tanto, sin excusas.

Cuando me veo al espejo, veo a alguien que se siente muy mayor, pero que no lo es. Y veo a esa señora casada con 5 hijos queriendo nunca crecer y detestando su vida de anciana, y queriendo regresar en el tiempo, y robarse un sobre de Sibarita en el mercado, y jugar en piscinas de pelotas, y nunca dejar de tener 10.

viernes, 8 de junio de 2012

Amor

-Antes de irme, quiero hacerte una pregunta
-Dime
-Quería... este... quería que me definieras ¿Qué es amor?

Los días corren de la misma manera en que yo corría en las clases de educación física del colegio: hasta las huevas, pero con estilo. Como es obvio, no soy la única persona en esta tierra que se ha hecho esa pregunta. Esta semana, debido a las extrañas circunstancias, ando consultando hasta los diccionarios de la RAE y Worldreference.com para tratar de comprender el enigma.

¿Qué es el amor?

Pondré a continuación los resultados obtenidos de dichos motores de búsqueda (los que me parecieron los más apropiados, claro, porque "Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser" no me convenció en lo absoluto):

Según la Real Academia de la Lengua Española, podemos definir "amor" como un sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

Tomo esto como un "hola, qué papi", que es seguido por un "manya, qué lindo" y que te lleva a la conclusión de un "cásate conmigo y envejezcamos juntos".

Por supuesto, no me quedo satisfecha con esa definición tan generalizada acerca del conocido sentimiento, porque si bien es cierto que el amor "alegra y da energía", no es todo lo que aporta. Aquí van unas que me copié de Wordreference

  1. Conjunto de sentimientos que ligan una persona a otra, o bien a las cosas, ideas, etc. 
  2. Ternura, suavidad.
  3. Esmero con que se hace algo.
Bueh...

Como diría Frank Sinatra, "Wisemen never fall in love, so how are they to know?" (Los genios nunca se enamoran, así que ¿Cómo podrían saber ellos qué es?). Yo tomo la definición de lo que veo por la calle, de lo que leo en libros de fantasía, de lo que escucho en las canciones y obvio, de las películas (Hollywood: qué daño has hecho al mundo).

Para mí, amor es ver dos abuelos caminando en el parque. Que él le abra la puerta del carro y de las tiendas para que ella pase primero; que le corra la silla antes de sentarse en su restaurante de pastas favorito.

Amor son esos pensamientos que se comparten tan solo con una mirada, esos besos que se dan a escondidas, ese condón roto que los preocupó a morir, pero no lo suficiente como para llorar, porque con miedo y todo, había amor.

Para mí, amor es ser infeliz si el otro no es feliz; sufrir al verlo(a) llorar y escuchar sus dramas juveniles hasta que se le quite la amargura de la existencia y vuelva a ser esa persona de la cual te enamoraste.

Amor es caminar juntos, aunque con diferentes zapatos; inspirarte con la manera de vestir y hablar del otro (sí, que se te peguen las manías y malas palabras también).

Amor, es para mí, el ajinomoto en mis papitas, el fudge en mi helado de vainilla, el dormir abrazados después del sexo.

Para mí, amor es lo más cercano que un ser humano tiene a la magia; andar por la calle con cara de cojudo(a); tener esa sensación, como diría Vallejo, de "trilce" al no verlo(a), porque si bien lo(a) extrañas, sabes que el reecuentro será maravilloso.

Y para terminar, debo concluir con la respuesta que me dieron esta mañana acerca de "¿qué es el amor?", ya que finalmente, creo que opino igual:

"El amor es sufrimiento benigno. El amor es compañía y alegría".

-Dime ahora, ¿Es eso lo que tú sientes por él?
-Eso y todo lo demás que te vengo diciendo desde el Miércoles.
-(sonríe) Nos vemos la próxima semana, entonces.
-¡Oye, oye! Pero... ¿Sentirá lo mismo él?
-(Hace una pausa a la despedida) Ya me contarás la semana que viene. 

lunes, 4 de junio de 2012

El último día

Si un pajarito viniese a contarme que hoy sería nuestro último día, no temería.
Si hoy fuese nuestro último día, vestiría con flores
Me pondría ese lazo azul que te gusta
Usaría tacones coquetos e iría a verte.

Si tuviese la certeza de que hoy sería nuestro último día
Me reiría de tus chistes monces
Vería una película de Bruce Lee
Comería mondonguito a la italiana.

Si despertara sabiendo que hoy todo terminará
Llevaría mi cd de Jamiroquai para bailar
Escucharíamos todo el umplugged de tu banda favorita
Te obligaría a ver Up (por supuesto, lloraría).

Si supiera que hoy y no mañana, serían nuestras últimas horas juntos
No cerraría los ojos
Te besaría el cuello mil veces
Haría contigo eso que el marica de Arjona llama "hacer el amor"
Te diría que te amo.

Si hoy fuese nuestro último día
Caminaría toda la noche contigo
Te contaría mi más íntimo secreto
Te abrazaría muy fuerte al llegar a la puerta de mi edificio
Me despediría con un beso rápido.
Voltearía a verte caminando mientras te vas y sería feliz
Porque sé que aunque hoy fue nuestro último día
Tú, que eres el amor de mi vida, volverás.

miércoles, 30 de mayo de 2012

El chico del polo verde


Habíamos estado conversando la noche anterior acerca del encuentro que tendríamos. Quedamos en que yo iría a su casa a ver películas y después él me dejaría en el trabajo. Todo estaba fríamente calculado. No era la primera vez que acordaba en “ver películas” y terminaba en una escena de agarres y meteduras de mano calentonas –por esos tiempos, en mi vida, era pan de cada día-.

Llegó la mañana del primero de Octubre y me desperté súper temprano. Me cagaba de frío, pero quería verme “sexy” para mi nueva “conquista”. Esperé a que mi vieja se fuera a trabajar y entré a la ducha a bañarme. Me depilé hasta la oreja y me embadurné de crema; escogí –aún no comprendo por qué- un calzón digno (o sea, no de dibujitos), me puse pantys y safé a esperarlo a la esquina.

10 a.m. Llegó en su carro rojo. Era la primera vez que nos veíamos en persona. Recuerdo que lo que más me llamó la atención fueron sus ojos verdes con ojeras. Pensaba que, aunque para muchas el sujeto podría parecer atractivo, a mí me resultaba un tanto común a la vista. Subí al carro y apenas cerré la puerta él me tocó las piernas.

-Relájate- le dije.

Manejó hasta una tienda de por mi casa y compró algo para tomar. No tardó mucho en regresar al auto.

-¿Por qué mejor no vamos un rato a tu casa?- Me preguntó.

Sentí miedo, pero creo que logré disimularlo. 
 
-Mi abuela está descansando- le contesté.
-¿Tu abuela?

(fuck, fuck, fuck! Se dio cuenta que le mentí)
-Sí… es que está durmiendo… eh… Hay que ir por ahí a “conversar”.

Se estacionó en una calle cerrada y comenzamos a agarrar. Ya por esas fechas me importaba poco o nada si agarraba con alguien que me gustara o no. Era como peinarme. Era mecánico; casi, casi involuntario.

Salió una señora a barrer la entrada de su casa y nos vio.

-Vamos a tu casa.
-Está bien- le contesté con algo de resignación.

10:15 a.m. Cada uno se sentó en un sillón diferente. No teníamos tema de conversación, obviamente. Me dijo “ven aquí”, así que me senté en sus piernas y empezamos a besarnos de nuevo. Esta vez la cosa estaba alcanzando niveles desconocidos para mí.

-¿Por qué no vamos a tu cuarto?- Preguntó el sujeto del polo verde.
-… está bien- contesté un poco agitada. 

Me echó sobre el cubrecama morado y comenzó a tocarme. Agarraba pésimo; lo recuerdo con claridad. A pesar de eso, estaba excitada por la situación. Metió su mano por debajo de mis pantys y en ese momento fue claro para mí que estaba arruinada.

-¡No!- Le repetía constantemente, pero él seguía. Yo no lo detenía.

Mi mente estaba dividida entre dejarme llevar por el placer de por fin tener mi primer encuentro sexual y mis creencias sobre la perfecta “primera vez”. Definitivamente esta no lo iba a ser. 

Lo paré como pude y me fui a la sala. Él vino después a preguntarme si todo estaba bien. Afirmé con la cabeza. Estaba temblando y le dije que jamás lo había hecho. 

-Solo vamos a agarrar- me dijo en una voz suave. Quería tranquilizarme, pero no lo logró.

Estúpidamente acepté ir al cuarto de nuevo. La situación anterior se repitió, pero esta vez él se sacó el pantalón más rápido de lo que yo hubiese podido decir “parangacutirimicuaro”. 

-¡Au!- Grité.
-Solo la puntita, después la saco- Me susurró.

-Ni cagando, pues- Pensé. Y sin embargo, acepté.

Por unos segundos cumplió su promesa. Después se vino con todo y por más “No” que él escuchara, estaba decidido a continuar.

-¡Au!- gemía yo en una voz baja. 
-Solo un ratito. Espera a que me venga y la saco- Me decía.

La situación había pasado de arrecha a creepy en menos de cinco minutos. Ahí estaba yo, con el calzón abajo y totalmente postrada, en una cama, sirviéndole a un sujeto que no conocía más de media hora, de muñeca inflable.

Por fin se vino. Lo empujé y me fui al baño a cambiarme de calzón. Me peiné un poco, salí del baño después de 10 minutos y le dije: “¿vamos?”

Nuevamente estaba yo en el carro rojo. Solo le hablaba para darle las indicaciones de cómo llegar a mi trabajo. 

10:58 a.m. En el pasaje Los Pinos de Miraflores, una chica con chompa a rayas se bajó de un vehículo colorado. Le dio un beso en el cachete al sujeto que ahora despreciaba y que no volvería a ver jamás, y se fue caminando mientras escuchaba como las llantas arrancaban. Se sentó en la acera en estado de shock. Llegó su fiel amigo y compañero de trabajo. Al notar su presencia lo saludó.

-Hola, ¿Qué tal?- Le dijo él en su común y alegre tono de voz.
-Mal.

Mientras le narraba lo sucedido, las lágrimas empezaron a caer sin ser llamadas. La tristeza se apoderó del recuerdo y el arrepentimiento me llenó el ser como el sujeto de polo verde no lo supo hacer.

Desperté.

miércoles, 16 de mayo de 2012

El Cohete Espacial

*BUM* *POW* PIUF*

Cuando por allá en los años noventas existía todavía mi muy querida Feria del Hogar, mis padres, que aún seguían juntos, tomaron la decisión de que debíamos comprarnos una cocina nueva y moderna. Para esto aprovecharon las ofertas buenazas que una de las carpas de la Feria les ofrecía, y así, en no recuerdo realmente cuántos días, fue que llegó a mis manos un tesoro que jamás olvidaré: El Cohete Espacial.

Si no me equivoco tenía 5 o 6 años, y la cocina me la pasaba por el poto. Pero lo que mi pequeña mente infantil no pudo ignorar fue el envase que contenía a la cocina nueva. Era grande, "cuadrada" y marrón beige. Olía a nuevo y era lo suficientemente espaciosa como para que alguien de mi tamaño y contextura entrase. En pocas palabras: era mágica.

Mi hermana mayor y yo nos adueñamos por completo de la caja. Jugábamos a que una entraba y la otra la movía intempestivamente. Dentro de la caja se sentía como terremoto, pero no me daba miedo. Gritaba como loca de la emoción. A veces solo me metía porque sí y me quedaba un buen rato pensando historias dentro de las paredes.

No sé exactamente cuanto nos duró la felicidad de la caja a mi hermana y a mí... creo que al final de cuentas terminó rotísima porque verdaderamente le sacábamos la mugre. Fue, quizás por unos meses, mucho más paja que llegar después de clase y prender la tele. Como lo dije antes: era mágica.

Mucho tiempo ha pasado desde que gocé a morir con mi caja de cocina. Mi hermana y yo ya crecimos y dejamos ese tipo de aventuras a un lado; y, sin embargo, hace unos meses, cuando mi vieja decidió que por fin era hora de cambiar nuestra cocina de Feria del Hogar, llegó a mí un nuevo electrodoméstico con una caja aun más grande y gruesa que la anterior. También olía rico y fácil que cabía adentro -no he crecido mucho desde los 6, la verdad-. El señor que vino a dejarla instaló la cocina, me hizo firmar un papel de "recibido" y finalmente me preguntó: "¿Quiere que le deje la caja?". "No", le respondí.

Mientras le cerraba la puerta recordaba a mi caja vieja, a mis juegos de chibola monce, a la Feria, a mi hermana, y sobre todo, a mi niñez.

jueves, 10 de mayo de 2012

Sobre mis dudas existenciales y algo de machismo.

Mientras escucho una corta venas maleada de La Lá para BarrioBEAT, mi mente empieza a divagar acerca de la discusión que acabo de tener con mi vieja.

"Es que ya se está mal acostumbrando"

Su frase me retumba en el cerebro como tambor al micrófono en máximo volumen. Mi yo interno le grita fortísimo: ¡Cállate!, pero el volumen del amplificador sube más y la voz se va apagando hasta llegar al punto de hormiga.

Considero que sé muy poco o nada de relaciones, y que con la que tengo vengo aprendiendo en la práctica. A pesar de esto, siempre he tenido ciertos criterios, y uno de ellos -y motivo de mi mecha con la doña- es el muy recurrido, pero quizás poco tocado, tema del "quién paga".

Mi teoría va de esta manera: si yo trabajo, y él trabaja, ¿no es justo que ambos paguemos miti-miti como la justicia manda? Al mismo tiempo pienso, porque tan lorna no soy, "pero tú ganas menos, flaca". Ok, ok, entonces me reformulo: Si yo gano 100, y él gana 1000, entonces nos vamos en proporción de 1/10, ¿verdad? Todos felices. Resumiendo el caso, sería algo como que tú me pagas la cena, yo te pago el taxi.

Pero para mi vieja estos cálculos matemáticos de medio pelo no le bastan como argumentos suficientes en defensa de mi pensamiento -y en defensa del flaco, también-.

Según mi madre, la situación es -o debería de ser- así:

Flaco tira contigo. Flaco sabe que eso causa problema en tu salud. Al darle uso a "eso", estás causando daño, y ese daño, así como en un auto, debe ser reparado llevando con cierta frecuencia al "auto" a hacerse su "mantenimiento".

-¿Estás diciendo que soy un carro que Flaco maneja?
-Estoy diciendo que él debe asumir los gastos porque es el hombre.
-Jamás pensé que tuvieras esa mentalidad tan machista.
-No es machismo, es cómo debería de ser. 

¿Será porque odio la dependencia?

-Tú papá era igual. Se mal acostumbró a eso de "ir a medias" y después no tenía responsabilidad en nada. ¿Por qué mejor no te callas y piensas; o mejor, por qué no le preguntas a tus amigas? Ve lo que te responden.

Auch.

Le preguntaría a mis amigas de no ser porque poseen la misma personalidad obtusa... pero... y ¿si es cierto? Si verdaderamente estoy cediendo demasiado a algo que "por derecho" me corresponde. Aunque, ¿quién soy yo para dictaminar qué es lo que me corresponde de otra persona? ¿Es por miedo a no caer en esa mentalidad machista que tanto aborrezco que he empezado a comprometer aspectos que verdaderamente son importantes? ¿El hecho de yo "pago más, tú pagas menos" es realmente importante?

Si le doy una chequeada a lo que siempre he creído como correcto e incorrecto podría decir con toda seguridad que las personas siempre tienen que ir por lo más justo. Entonces, mis normas de miti-miti y la proporción estarían obrando en favor de la justicia. Por tanto, estoy haciéndolo bien (¿?).

La discusión madre-hija concluyó en nada, como usualmente sucede con nosotras dos. Un poco bajoneada por lo hablado, pero tranquila por saber que estoy en lo correcto, solo atino a decir que no me preocuparé de quién paga más, ni de quién paga menos, porque ni siquiera sé si algún día realmente necesitaré saberlo.


martes, 24 de abril de 2012

Nuevas novedas en Novolandia

Es un hecho que mientras más ocupada se mantenga la mente, menos tiempo tiene una para ponerse a pensar en densidades. Pero no preocupar, porque no estaba muerta ni andaba de parranda, solo conseguí chamba.

Paja, en verdad; estoy trabajando en una tiendita de telitas bien bonita -perdonen el uso de tantos diminutivos-, así que ando más que recontra full, por estos días. Pero ocurre que, en mis ratos libres, se me ha dado por ir chequeando de forma ya adictiva los blogs de moda más conocidos. Llámese coincidencia con el pasado LIF o con el infame escándalo Privat - Fashionjolic, pero de alguna manera siento que he encontrado algo más productivo para hacer que estar viendo tele (cosa que no hago desde hace ya dos meses).

Y es por eso que hoy escribo. Leer y leer esos post me hizo sentir algo de nostalgia por esas épocas "fachosas" mías en las que caminaba por todo CEAM con mi taco 12 y mis faldas a la cintura. He de trasladar ese "afanamiento" por la vestimenta a mi ahora vida universitaria -claro, sin los tacos-. Por supuesto también, he de retomar el uso de mi amado blog, que aunque tiene pocos seguidores, me sigue sirviendo bárbaro para las catársis monguesinas.

Por otro lado, no puedo dejar de comentar acerca de mi chamba. Sin huevadas, porque acá puedo hablar con cero roche: AMO MI TRABAJO.

Ya, quizás muchos se preguntarán "¿qué haces exactamente?". Soy vendedora.


¿Les suena monce? Me pasaba lo mismo cuando me contrataron, pero siento que estoy reviviendo -en parte- eso que me gustaba tanto de diseño de moda: ayudar a la gente a encontrar algo que les quede lindo. Entra alguien buscando algo, la atiendo, le ofrezco miles de combinaciones, colores y texturas. Salen y están felices. La parte más alucinante es cuando me dicen: "gracias, Cata", con una sonrisa pastrulezca. ¿Qué más puedo pedir de un trabajo de medio tiempo? Yo estoy contenta, por ahora, y espero que así siga.

Sin embargo, como no todo es flores en miel de abeja, confieso que académicamente estoy medio jodida y preocupada. Todo toma tiempo, eso lo sé, así que dejaré que las cosas caigan por su peso. Total, es mi último ciclo en estudios generales (en la de Lima son solo dos). Ya me pondré las pilas con furia cuando entre a carrera (tampoco digo que esté vagaza, obvio). A pesar de eso, wish me luck (¿?).

Y como última novedad -que más que novedad es algo inminente que se veía venir desde hace meses y NO, no estoy en bola-, dateo que en pocas semanas cumplo un año con Flaco. Sí, ese personajillo de "¿Está fea la chela?"; co-protagonista oficial 2011 y, esperemos, 2012 (y todos los años que vienen) también. Así que ando dividida entre la chamba, las clases, los amigos (perdónenme si los veo poco. Los amo), el flaco, mi madre, mi viejo y, los dos minutos de la semana que quedan, en mí.

Seguiré reportando, lo prometo. Manténganse en sintonía.

viernes, 6 de abril de 2012

Fue Semana Santa

Era un Jueves normal, especialmente para Cata, que nunca había sido del tipo religioso. Era un Jueves "Santo" y normal, y como todos los Jueves, no habían planes ni ganas de salir. Era un Jueves "normal", hasta que la madre de Cata dijo: "Hoy no sales porque sería pecado". Y justo en el preciso momento en el que terminó de decir la palabra pecado, esa monga sintió que su misión era irse a la perdición.

-¿Qué planes para hoy?
-Aún nada, pero quiero salir
-Yo también
-¿Vamos a Help?
-¡VAMOS!

Y estaba decidido: Cata, la monga, iría con un amigo (uno que le medio movía el piso) a meterse la juerga. 

“Total, él me tiene que poner el trago, así que ni un sol gastaré yo”,  pensó Cata.
Y es que en este vano mundo: Juerga  +  Compañía decente  +  Trago GRATIS  =  Felicidad.


           “Y luego dicen que soy una chica difícil de satisfacer”, pensaba la monga en el trayecto.

Después de como 4 meses lo vio:
- Hola
- Hola
Por su mente solo pasaba una cosa: "No puedo creer que en algún momento me gustó". Todo marchaba a la perfección. Cata se sentía realizada como persona por haber aprendido lo que era tener un amigo hombre y no sentir la necesidad de enamorarse. La conversación fluía un poco pausada, pero tranquila. No habían presiones, porque el susodicho era solo su amigo, y la vida para esta pequeña con pantys de lunares era muy sencilla y bella.

Llegaron a Help:
-¡Ya quiero entrar!
-¡Yo también!
Eran dos gatos, porque el antisocial de mierda no le había pasado la voz a nadie más; y eran dos, porque las amigas de Cata eran más demoronas que Toledo.
"Voy a chupar para olvidar que estoy con un lorna al lado, y por eso, me divertiré mucho", pensaba excitadísima por la promesa de una buena juerga.

Y aquí viene, el momento en el que las palabras se volvieron profesía:

-Tengo nervios, ¿Tú no?- Le dijo Cata a Daniel -Siento que esta noche pasará algo bueno-.



LA CAGADA

En la mente estilo quinceañera de Cata todo lo que pasó fue, efectivamente, bueno. Fue para ella como ver un episodio de una de esas series maricas que ponen en Disney Channel. Series que ella nunca vería por exceso de cursilería, pero que secretamente ama (¿?).

Vino el agarre, vino el trauma, vino Daniel persiguiéndola por la calle mientras Cata corría como loca histérica. Vino un choro de piel morena que se aprovechó de la situación para dejarlos calatos. Vino el "Vamos a mi casa, ahí hay plata", vino el rico arrechamiento.

Entraron a casa de Daniel a sacar plata, y mientras Cata lo esperaba en la entrada, su mente alcoholizada divagaba en lo bizarro de la situación. Daniel salió para acompañarla a su casa, pero en vez de usar las escaleras para bajar hasta la puerta de salida, empezaron a utilizarla, aparentemente, de colchón Paraíso.

-Mejor vámonos- dijo Cata, antes de que la situación llegara a sexo ebrio.
Hubo una pausa
-Sí, vamos- le contestó Daniel.

Llegaron a casa de Cata. Se despidieron con un beso relajado -porque todo el camino se lo habían pasado agarrando como depravados-. Cata bajó del taxi, subió las escaleras del estar. El taxi seguía ahí, con el motor encendido. De repente, algo se apoderó de ella mientras metía las llaves en la cerradura de la puerta principal. Escuchó como las llantas comenzaban a desplazarse y no lo soportó; en su cabeza se sentía correcto. Sin dudarlo, dio media vuelta y corrió como retrasada mental hasta el taxi. Abrió la puerta y le dio un beso de lo más chollywoodense. Terminó, y con la voz más infantil de su vida miró a Daniel y dijo “Chau”.

Entró a su casa, se miró al espejo -como siempre hacía cuando llegaba de una juerga-. Se puso lo primero que encontró de pijama y SUA, a dormir. 

El día siguiente era todo una mezcla de resaca y hueco en el estómago, pero con una gran cuota de felicidad. Lo curioso fue que con el pasar de las horas, la felicidad de Cata empezó a desvanecerse entre inseguridades y miedos. 

"Intuición Femenina". Así la llaman, y ella nunca la había sentido; nunca, hasta ese momento, claro. 

Era Viernes, 6pm. Cata y Daniel habían quedado en encontrarse para ir a poner la denuncia. Ella tenía puesto su vestido azul favorito y la incomodidad la llevaba como casaca. Ninguno de los dos se miraban a los ojos.

Camino a la comisaría, y todavía con la incomodidad en nivel 10, Cata se preguntó “¡¿Por qué estás comportándote de esta manera tan tarada?!”.  Agarró ovarios y se dejó de huevadas; giró su cabeza -que por más de 20 minutos había estado mirando en dirección de la ventana- y la apoyó en el hombro de Daniel. Él se puso a jugar con sus manos. 

Los miedos seguían, por supuesto, pero para Cata era momento de sentirse niñita de nuevo, y prefirió ignorarlos.

Puesta la denuncia, Cata acompañó a Daniel para tomar el taxi. El momento de parar la fantasía había llegado. Su cabeza era un locón total; algo no andaba bien y ella lo sabía.

Daniel la abrazó. Cata se estremeció un poco –en parte por el frío que hacía-. Era "ahora o nunca". Cerró los ojos y preguntó:

-¿Desde cuándo no estás con tu ex?
-Hace tres meses
-No mientas, ella me contó que volvieron
-Ella lo malinterpretó, pero yo ya arreglé eso- dijo Daniel. Cata le creyó.

Acto seguido

-¿La quieres?
-Bueno.. o sea.. es que..
-Ah, ok. Sí.
-Sí. Es que no tengo por qué no quererla
-(¡Ouch!) Claro, claro
-No quiero hacerte daño
-No quiero ser tu agarre
-¡No eres mi agarre!

Acto final

-Oye, Daniel, yo te quiero mucho como amigo
-Yo también te quiero mucho como amiga
-(Cerrando los ojos de nuevo y tomando aire) Pero… ¿solo como amiga?
-Sí.

...

Siguieron abrazados por unos segundos más.



Aquí se cierra el cuento

De seguro han escuchado esa pacharacada de "se me rompió el corazón". Bueno, esto es lo que yo puedo decir al respecto: Sentí como si dentro de mi pecho hubiese un vaso de vidrio, y apenas escuché el "sí", el vaso hizo crash, crash, crash. Sentí como se hacía añicos lentamente; como si alguien lo estuviese presionando entre sus manos tan fuerte que se rompió. Brother, juraría que hasta el ruido de vidrio roto escuché. 

Me separé de él y le dije: "Ya bueno, vamos por tu taxi". Me quiso abrazar de nuevo y no lo permití. Me dijo: 
-Estos dos días me encantaron… hasta lo del robo.
-A mí también - le contesté. 

Lo acompañe hasta la esquina (ya no de la mano), y apenas pude visualizar un vehículo con el sticker color fucsia, levanté mi mano y lo paré. 

-Cuidate, bye- Le dije.

Le di un beso en la mejilla, de esos que le das a la gente que te cae mal. Di media vuelta y caminé hasta mi casa. Subí las escaleras, entré a mi departamento, fui directo a mi cuarto y me puse la pijama. Entré a la oficina de mi vieja, me senté y empecé a narrarle toda la historia. Llegué a la parte de "Solo quiero ser tu amiga" y no pude más. Empecé a llorar como nunca, y no paré. Mi vieja me abrazó fuerte, casi tan fuerte como él me abrazaba cuando estábamos conversando en el parque. Yo solo seguía llorando.


En festividades

Hoy celebramos con una sonrisa jocosa un año de ese suceso. Realmente puedo decir con orgullo que “ya a lo pasado, pasado. No me interesa, ya olvidé…(ya olvidé, ya olvidé) ”. Es increíble, realmente, porque en ese momento las cosas eran muy confusas; pero de algo sí estaba segura en esos momentos: era feliz.

Con Daniel hablo muy de vez en cuando, pero me sigue cayendo tan bien como en esos días –previos al dramón, por supuesto-. Es especial, ese sujeto, y lo digo sin el mínimo roche a que lo sepa de mí. Simplemente que, causita, a veces cuando no es, no es. 

Para terminar este post de semana tranca, quiero agregar –ya que lo veo más que necesario- un gracias. Por dos motivos: Sin esa densidad que pasé, no hubiese logrado conocer y estar con flaco; y muy aparte de eso, -y es el motivo real de este post- me sirvió para darme cuenta que de huevona no tengo nada,  y que probablemente (aunque nunca lo sabré), me salvé de haberme metido en algo más que feo y de lo que no iba a poder salir con unas simples preguntas y un taxi de sticker color fucsia. 

Finalmente queda la pregunta: ¿Fue amor lo que sentí?


A un año de eso, con el flaco al lado y con sus respectivas reflexiones, puedo decir: No fue amor, fue solo Semana Santa.

lunes, 2 de abril de 2012

Algún día

Algún día recibiré flores
Algún día ordenaré mi cuarto
Algún día terminaré ese libro
Algún día iré a mi fisioterapia
Algún día comeré rana frita
Algún día aprenderé a cerrar los ojos dentro de la piscina
Algún día correré calata por la vía expresa
Algún día me casaré, tendré hijos, me divorciaré, me volveré a casar.
Algún día me largaré de aquí
Algún día me graduaré
Algún día estornudaré con los ojos abiertos
Algún día me haré el bikini wax
Algún día le diré que lo quiero
Algún día dejaré de ser tan egoísta
Algún día me cagaré en plata
Algún día robaré un sobre de Sibarita
Algún día golpearé zorras por diversión
Algún día dormiré más de 12 horas
Algún día terminaré de ver Suspiria
Algún día montaré mi bicicleta hasta La Punta
Algún día jugaré Monopolio
Algún día dejaré por completo el cigarro
Algún día empezaré a adorar los Martes y odiar los Lunes
Algún día cantaré en voz alta con mi voz de drogadicta.

Algún día, sí, pero no hoy día. 

jueves, 29 de marzo de 2012

Un día de Marzo

Navegando por las carpetas de mi computadora, me topé con una cosita que escribí el año pasado. Sorpresivamente para mí, estamos casi a un año desde que lo escribí y quizás, por un poco de nostalgia, es que se los comparto este día de Marzo.

05:19 de la tarde. Es el último día de Marzo y "Future Reflections" de MGMT está reproduciéndose en Windows Media Player (no, no utilizo Itunes).

Estoy enchompada, empijamada y grasienta por no haberme bañado desde el Martes. Frente a mí está esta laptop vieja que mi padre me donó por compasión y porque se compró una último modelo... Mi Macho, así le digo a mi laptop. Por grande, por pesada, por gris y por lenteja (ya va a morir, lo sé. Su disco no da para más).


Estoy contra la ventana y el sol entra en dirección a la pantalla de Mi Macho, imposibilitándome de ver correctamente; por ende, no veo bien qué rayos escribo, así que perdón por las faltas ortográficas.


"I'm dying to live" de Nataly Dawn empieza a sonar. Me siento triste y alegre. Es de esas canciones que tienen que pasar por tu mente cuando estás con el cuchillo en la mano (Blue).. quizás le diga a mi familia que la ponga en mi funeral, la letra es hermosa...


Una archivo de word incompleto oculto entre mi barra de inicio. Es de esos archivos que definitivamente harán un cambio.
Hay cosas que definen tu vida, y no sé si ya llegó eso que defina la mía.

"I'm Dying to live" está terminando... terminó.


05:24pm. Es el último día de Marzo-2011. Quisiera sentir esa satisfacción de haber conversado con él por más de 2 horas, pero hace mucho que eso no sucede y dudo que vuelva a suceder. Lo perdí, pero nunca lo tuve, por ende no lo perdí, ¿verdad?


Divagué... esta canción no me gusta. Una pausa.


Volví. Eran The Arctic Monkeys, pero esa no la conocía y la verdad, tampoco me ponía. "There's an end" de Holly Golightly and The Greenhornes me suena más apropiada.


Todo se está poniendo color naranja, pronto se ocultará el sol... creo. "Every season has an end", justo cayó en lo último que dije.


Nueva canción.. entró llamada de Pierina, la duendecilla de los ojos azules. Qué linda.


05:31. Me he quedado sin ideas y "Your touch" de The Black Keys no me pone de humor para escribir... "Zero" de The Yeah Yeah Yeahs, menos.


Releí todo. Me gusta, aunque tenga poco o cero sentido.


Tengo calor, pero no me quitaré la chompa por floja y dejada.  Huelo feo; se que hoy no me bañaré tampoco. No, no estoy deprimida, es solo que necesitaba unos minutos para sentir que nada es nada, y todo lo que es todo me aburre.


05:38pm... Terminó "Zero", empezó "Beat the horse" de Pomplamoose.


Adiós. 

Para entender el contexto, aquí hago un resumen de lo que yo estaba hablando:

Me titulé el 2 de Mayo del 2011, pero la entrega de borradores a CEAM era por esas fechas -si no me equivoco, el 11 de Abril-. Mi cerebro estaba agotado de transcribir miles de datos recolectados por meses; y mis manos estaban adormecidas de tanto dibujar.

Estaba asustadísima, como pocas veces, porque se me agotaba el tiempo y yo seguía enterita. Para colmo de males, por esos tiempos estaba hecha un dramón porque un sujeto que me gustaba no me daba ni la hora -¿Les suena familiar?-. Todo eso, conjugado con una pésima higiene, dos pizzas familiares, cinco cajetillas de cigarro y sol de fines de verano... Bueh, digamos que no fue mi mejor época y que quede ahí.

Y para amenizar un poquitín, les dejo la listita de las canciones que estaba escuchando en mi reproductor chusco y caducado de Windows Media, ese jodido día de Marzo:

"Future Reflections"
MGMT

"Dying to live"
Nataly Dawn

 "There's an end"
Holly Golightly and The Greenhornes


"Your touch"
The Black Keys


"Zero"
Yeah Yeah Yeahs


"Beat the Horse"
Pomplamoose

PD: La última es mi banda favorita.

domingo, 25 de marzo de 2012

Cosas de vida

Sentirte morir al ver a tu vieja llorar
Quererte tirar un pedo en pleno acto sexual
Haber tomado “Punto G” y pensar que eras machaza
Rajar de una gorda
Rajar aun más de una flaca
Cortarte con el papel y pensar que eres una retrasada mental
No entender álgebra y confirmar lo anterior
Salir de tu examen de admisión y llorar a mares porque estuvo “yuca”
Que el sujeto de la primera vez no sea el último… nunca.
La Inka Kola/el moco que se te salió por la nariz de tanto reír
La mancha de regla en tu pantalón blanco
El moretón que salió de la nada
El tic en el ojo izquierdo
El sueño profundo que vino después de llorar por dos horas
El wachiman de tu cuadra que siempre te saluda con cara de violador
El taxista violador
La cama con resortes salidos que no puedes abandonar
La pulserita/el collar que nunca te sacas (ni planeas sacar)
La lluvia cuando te planchas el pelo
La mosca que aparece cuando estás comiendo
Las ganas de pichi antes de tirar, exponer tu tesis, dar un examen, subir al micro, entrar a la piscina.
El momento de “¿ah?” cuando estás siendo asaltado.
Estar en una misa de difuntos y que se te salga una mini risa
Echar de menos a una de las chicas que te cuido de chibola
La gripe que se convirtió en cáncer
Las cosas que escribiste y que nadie nunca leerá.
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