jueves, 14 de marzo de 2013

Conviviendo sola

Llevo exactamente seis meses y cuatro días viviendo sola. Sí, sola; completamente sola. Nada de ese floro "mis viejos no paran en mi jato todo el día así que prácticamente es mi casa" o "Puta, manyas que mi viejo me compró un depa, aaaaluuuuciiiinaaaaaa", NO. Yo, Perdita Durango, soy una estudiante de comunicaciones con casi 23 años de edad y vivo sola. 

La verdad es que la "convivencia" solitaria es algo que anhelaba desde que tenía 10 años de edad. Recuerdo casi con exactitud estar sentada en la sala del departamento en el cual vivía con mi familia y pensar, en medio  del alboroto producido por la limpieza de los días sábados, que en cuanto cumpliera 18 años me mudaría a un departamento solo para mí. Llegué a los 18 y ese sueño se había quedado refundido en el cajón de los recuerdos junto con medias sucias y rotas y otros muchos sueños en los que una se pierde en edad virginal. No solo eso, sino que considerando la realidad de nuestro próspero país, el hecho de que un adulto joven (dícese mejor del adolescente que recién se da cuenta que está en edad de votar y tomar alcohol sin que lo boten de su jato) se largue del nido acogedor y caliente con sábanas limpias y comida hecha por madre es casi nulo -sino imposible-.

Pero así llegó un día de Octubre, como cuando te llega la regla y no entiendes muy bien si sentirte emocionada o asustada, y me tocó empezar esta nueva fase de lo que algunos llaman "madurez". 

Y aquí viene lo bueno, porque aunque a muchos les cueste creerlo -y lo digo en serio, les cuesta harto creer e imaginarlo- vivir sola no es solo sexo y drogas, amiguitos; no, es mucho más que eso. 

Vivir sola es lavar los platos después de comer para que no entren hormigas y hagan un festín de tus residuos alimenticios. Es pasar el trapo por la mesa porque esas migajas de mierda después apestan y de pronto, cuando te encuentras en un momento de sudorosa pasión, sientes un olor pestilente a lentejas malogradas y lo sabes... algo se pudrió.

Vivir sola es comprar El Secreto de la Abuela, Ride mata cucarachas, garrapatas, policías y violadores, Vape forte, azota ratas 4000 y diversas versiones con tal de combatir esas plagas veraniegas que buscan atacar a jovenzuelas dulces y solitarias. 

Vivir sola es apagar todas las luces y quedarte solo con la pantalla de tu laptop encedida para ahorrar energía, así sean focos súper hiper mega archi ahorradores. También es meter tu botellita de plástico en el tanque del inodoro para evitar fugas de agua y que en lugar de venirte S/. 6 en el recibo, te venga S/. 4. 

Vivir sola es echarle llave a tu puerta, a tu ventana, a tu calzón. Vivir sola es echarte una rezadita antes de dormir para que "el cuco" no se te aparezca a media noche porque, recuerda, estás sola y no podrás ir con mami a llorar.

Vivir sola es hacerte yuntaza del Ajinomen, de la crema de espárragos, zapallo, alcachofas y demás; es comprar atún en cantidades industriales, y si hay oferta, en mega industriales. Es tener huevo hasta por las puras y papa también, porque cualquiera de estos te sirve para llenar la sopa y el estómago. Te acostumbras a comer sola y medio monce, te acostumbras a que el arroz te dure dos meses -o más, en mi caso-.

Vivir sola es lavar tus calzones, tus blusas y tus sábanas. 

Vivir sola es aguantarte la lagrimita aguda que se te chorrea cuando estás enferma y sientes que necesitas que tu mami te envuelva en colchitas y haga sopa de pollo. O te compre tu medicina y te recuerde cada cuantas horas debes tomarla. O te sobe la frente mientras te grita sobre por qué mierda no te abrigas.

Vivir sola no es apto para cardíacos ni ineptos. Vivir sola es para gente que no se rinde a la primera salpicada de aceite hirviendo cuando fríes tu pollo broaster

Eso, y otras tragedias más sucias, es vivir sola. Ahora, dicho eso y si me disculpan, ya vuelvo; me voy a comprar mi pasaje de regreso a casa. 
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