viernes, 6 de abril de 2012

Fue Semana Santa

Era un Jueves normal, especialmente para Cata, que nunca había sido del tipo religioso. Era un Jueves "Santo" y normal, y como todos los Jueves, no habían planes ni ganas de salir. Era un Jueves "normal", hasta que la madre de Cata dijo: "Hoy no sales porque sería pecado". Y justo en el preciso momento en el que terminó de decir la palabra pecado, esa monga sintió que su misión era irse a la perdición.

-¿Qué planes para hoy?
-Aún nada, pero quiero salir
-Yo también
-¿Vamos a Help?
-¡VAMOS!

Y estaba decidido: Cata, la monga, iría con un amigo (uno que le medio movía el piso) a meterse la juerga. 

“Total, él me tiene que poner el trago, así que ni un sol gastaré yo”,  pensó Cata.
Y es que en este vano mundo: Juerga  +  Compañía decente  +  Trago GRATIS  =  Felicidad.


           “Y luego dicen que soy una chica difícil de satisfacer”, pensaba la monga en el trayecto.

Después de como 4 meses lo vio:
- Hola
- Hola
Por su mente solo pasaba una cosa: "No puedo creer que en algún momento me gustó". Todo marchaba a la perfección. Cata se sentía realizada como persona por haber aprendido lo que era tener un amigo hombre y no sentir la necesidad de enamorarse. La conversación fluía un poco pausada, pero tranquila. No habían presiones, porque el susodicho era solo su amigo, y la vida para esta pequeña con pantys de lunares era muy sencilla y bella.

Llegaron a Help:
-¡Ya quiero entrar!
-¡Yo también!
Eran dos gatos, porque el antisocial de mierda no le había pasado la voz a nadie más; y eran dos, porque las amigas de Cata eran más demoronas que Toledo.
"Voy a chupar para olvidar que estoy con un lorna al lado, y por eso, me divertiré mucho", pensaba excitadísima por la promesa de una buena juerga.

Y aquí viene, el momento en el que las palabras se volvieron profesía:

-Tengo nervios, ¿Tú no?- Le dijo Cata a Daniel -Siento que esta noche pasará algo bueno-.



LA CAGADA

En la mente estilo quinceañera de Cata todo lo que pasó fue, efectivamente, bueno. Fue para ella como ver un episodio de una de esas series maricas que ponen en Disney Channel. Series que ella nunca vería por exceso de cursilería, pero que secretamente ama (¿?).

Vino el agarre, vino el trauma, vino Daniel persiguiéndola por la calle mientras Cata corría como loca histérica. Vino un choro de piel morena que se aprovechó de la situación para dejarlos calatos. Vino el "Vamos a mi casa, ahí hay plata", vino el rico arrechamiento.

Entraron a casa de Daniel a sacar plata, y mientras Cata lo esperaba en la entrada, su mente alcoholizada divagaba en lo bizarro de la situación. Daniel salió para acompañarla a su casa, pero en vez de usar las escaleras para bajar hasta la puerta de salida, empezaron a utilizarla, aparentemente, de colchón Paraíso.

-Mejor vámonos- dijo Cata, antes de que la situación llegara a sexo ebrio.
Hubo una pausa
-Sí, vamos- le contestó Daniel.

Llegaron a casa de Cata. Se despidieron con un beso relajado -porque todo el camino se lo habían pasado agarrando como depravados-. Cata bajó del taxi, subió las escaleras del estar. El taxi seguía ahí, con el motor encendido. De repente, algo se apoderó de ella mientras metía las llaves en la cerradura de la puerta principal. Escuchó como las llantas comenzaban a desplazarse y no lo soportó; en su cabeza se sentía correcto. Sin dudarlo, dio media vuelta y corrió como retrasada mental hasta el taxi. Abrió la puerta y le dio un beso de lo más chollywoodense. Terminó, y con la voz más infantil de su vida miró a Daniel y dijo “Chau”.

Entró a su casa, se miró al espejo -como siempre hacía cuando llegaba de una juerga-. Se puso lo primero que encontró de pijama y SUA, a dormir. 

El día siguiente era todo una mezcla de resaca y hueco en el estómago, pero con una gran cuota de felicidad. Lo curioso fue que con el pasar de las horas, la felicidad de Cata empezó a desvanecerse entre inseguridades y miedos. 

"Intuición Femenina". Así la llaman, y ella nunca la había sentido; nunca, hasta ese momento, claro. 

Era Viernes, 6pm. Cata y Daniel habían quedado en encontrarse para ir a poner la denuncia. Ella tenía puesto su vestido azul favorito y la incomodidad la llevaba como casaca. Ninguno de los dos se miraban a los ojos.

Camino a la comisaría, y todavía con la incomodidad en nivel 10, Cata se preguntó “¡¿Por qué estás comportándote de esta manera tan tarada?!”.  Agarró ovarios y se dejó de huevadas; giró su cabeza -que por más de 20 minutos había estado mirando en dirección de la ventana- y la apoyó en el hombro de Daniel. Él se puso a jugar con sus manos. 

Los miedos seguían, por supuesto, pero para Cata era momento de sentirse niñita de nuevo, y prefirió ignorarlos.

Puesta la denuncia, Cata acompañó a Daniel para tomar el taxi. El momento de parar la fantasía había llegado. Su cabeza era un locón total; algo no andaba bien y ella lo sabía.

Daniel la abrazó. Cata se estremeció un poco –en parte por el frío que hacía-. Era "ahora o nunca". Cerró los ojos y preguntó:

-¿Desde cuándo no estás con tu ex?
-Hace tres meses
-No mientas, ella me contó que volvieron
-Ella lo malinterpretó, pero yo ya arreglé eso- dijo Daniel. Cata le creyó.

Acto seguido

-¿La quieres?
-Bueno.. o sea.. es que..
-Ah, ok. Sí.
-Sí. Es que no tengo por qué no quererla
-(¡Ouch!) Claro, claro
-No quiero hacerte daño
-No quiero ser tu agarre
-¡No eres mi agarre!

Acto final

-Oye, Daniel, yo te quiero mucho como amigo
-Yo también te quiero mucho como amiga
-(Cerrando los ojos de nuevo y tomando aire) Pero… ¿solo como amiga?
-Sí.

...

Siguieron abrazados por unos segundos más.



Aquí se cierra el cuento

De seguro han escuchado esa pacharacada de "se me rompió el corazón". Bueno, esto es lo que yo puedo decir al respecto: Sentí como si dentro de mi pecho hubiese un vaso de vidrio, y apenas escuché el "sí", el vaso hizo crash, crash, crash. Sentí como se hacía añicos lentamente; como si alguien lo estuviese presionando entre sus manos tan fuerte que se rompió. Brother, juraría que hasta el ruido de vidrio roto escuché. 

Me separé de él y le dije: "Ya bueno, vamos por tu taxi". Me quiso abrazar de nuevo y no lo permití. Me dijo: 
-Estos dos días me encantaron… hasta lo del robo.
-A mí también - le contesté. 

Lo acompañe hasta la esquina (ya no de la mano), y apenas pude visualizar un vehículo con el sticker color fucsia, levanté mi mano y lo paré. 

-Cuidate, bye- Le dije.

Le di un beso en la mejilla, de esos que le das a la gente que te cae mal. Di media vuelta y caminé hasta mi casa. Subí las escaleras, entré a mi departamento, fui directo a mi cuarto y me puse la pijama. Entré a la oficina de mi vieja, me senté y empecé a narrarle toda la historia. Llegué a la parte de "Solo quiero ser tu amiga" y no pude más. Empecé a llorar como nunca, y no paré. Mi vieja me abrazó fuerte, casi tan fuerte como él me abrazaba cuando estábamos conversando en el parque. Yo solo seguía llorando.


En festividades

Hoy celebramos con una sonrisa jocosa un año de ese suceso. Realmente puedo decir con orgullo que “ya a lo pasado, pasado. No me interesa, ya olvidé…(ya olvidé, ya olvidé) ”. Es increíble, realmente, porque en ese momento las cosas eran muy confusas; pero de algo sí estaba segura en esos momentos: era feliz.

Con Daniel hablo muy de vez en cuando, pero me sigue cayendo tan bien como en esos días –previos al dramón, por supuesto-. Es especial, ese sujeto, y lo digo sin el mínimo roche a que lo sepa de mí. Simplemente que, causita, a veces cuando no es, no es. 

Para terminar este post de semana tranca, quiero agregar –ya que lo veo más que necesario- un gracias. Por dos motivos: Sin esa densidad que pasé, no hubiese logrado conocer y estar con flaco; y muy aparte de eso, -y es el motivo real de este post- me sirvió para darme cuenta que de huevona no tengo nada,  y que probablemente (aunque nunca lo sabré), me salvé de haberme metido en algo más que feo y de lo que no iba a poder salir con unas simples preguntas y un taxi de sticker color fucsia. 

Finalmente queda la pregunta: ¿Fue amor lo que sentí?


A un año de eso, con el flaco al lado y con sus respectivas reflexiones, puedo decir: No fue amor, fue solo Semana Santa.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. curiosamente, tan mala como la anterior. El flaco se fue de viaje por el matri de su hermana y yo me quedé estancada en miles de lecturas para la universidad, la chamaba y mi vieja. Depresión total que solo pude curar parcialmente con la chamba y, por supuesto, con su regreso :)

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